La fiebre

La fiebre es una elevación de la temperatura por encima de los valores considerados normales y que se acompaña de una serie de síntomas como malestar general, dolor de cabeza (cefalea), falta de apetito, fatiga, dolores musculares, etc.

La fiebre forma parte de un mecanismo de defensa normal que tiene el organismo para luchar contra procesos patógenos como es el caso de las infecciones. No siempre la fiebre se debe a una infección, aunque es la causa más común.

Qué temperatura es considerada fiebre

Hablamos de fiebre cuando la temperatura es mayor de 37,5 ºC medida en la axila y 37,8ºC cuando es medida en la cavidad oral.

Si la temperatura es tomada en el recto debe ser mayor de 38ºC para que hablemos de fiebre.

La temperatura corporal sigue un ritmo circadiano: aumenta normalmente desde un mínimo de 36 ºC de madrugada hasta un máximo de casi 37,5 ºC por la tarde, para volver a bajar de noche. Ante estas variaciones circadianas de la temperatura que se presentan incluso en situaciones de enfermedad deben considerarse como fiebre los registros matinales mayores a 37,2 °C.

Causas de la fiebre

Las principales causas de fiebre incluyen:

  • Procesos infecciosos, la más frecuente
  • Vacunaciones
  • Daños de tejidos (traumatismos, necrosis local, daño muscular, etc.)
  • Enfermedad tumoral
  • Algunos fármacos
  • Alteraciones del sistema inmune (lupus, artritis reumatoide, etc.)
  • Procesos inflamatorios (enfermedad inflamatoria intestinal)
  • Algunas enfermedades endocrinas (feocromocitoma)
  • Alteraciones metabólicas (gota, uremia, etc.)

Medidas generales a tomar cuando hay fiebre

1.       Tome la temperatura con un termómetro, evite las imprecisiones que surgen de tomar la temperatura con la palma de nuestras manos.

2.       No caliente al paciente: No cubra al paciente con mantas o ropas calurosas, si puede regular la temperatura del ambiente donde se encuentra el paciente trate de mantenerlo fresco.

3.       Ofrezca abundantes líquidos.  En personas quienes no tengan problemas con el manejo corporal de los líquidos la ingesta abundante de los mismos suele estar indicada. Es muy importante vigilar que el paciente mantenga las mucosas húmedas y no secas en cuyo caso debe acudir al médico.

Es de hacer notar que esta medida de ingesta abundante de líquidos debe ser vista con cuidado en los casos muy particulares de que estemos tratando con pacientes portadores insuficiencia renal, hepática o cardíaca en estado avanzado, en quienes debe seguirse estrictamente el control de líquidos bajo vigilancia médica.

4.       Sobre el uso de los medicamentos para bajar la fiebre (antipiréticos o antitérmicos):

  • Cumpla con los medicamentos antipiréticos de la manera que el médico le señale: en los horarios indicados, cuando la temperatura llega a un determinado valor y no antes.
  • Los antipiréticos deben emplearse en la dosis prescrita, es importante evitar el abuso de estos medicamentos ya que no son inocuos y pueden enmascarar algunos síntomas típicos de ciertas enfermedades retrasando en estos casos su diagnóstico y la instalación de un tratamiento dirigido a la causa específica del problema.
  • Estos medicamentos no curan la infección, sólo ayudan a bajar la temperatura, la decisión de usarlos pasa por hacer un balance entre el beneficio respecto al riesgo de su uso.

5.       Promover un ambiente de confort y a temperatura fresca.  Los baños de agua fresca para ayudar a bajar la fiebre no están sustentados por la evidencia médica aunque se han usado por muchos años como medida para reducir la fiebre. Se dice que si se aplican de modo abrupto bajan inicialmente la temperatura, pero pueden llegar a causar un efecto rebote con su elevación posterior debido a un mecanismo compensador del organismo que tratará de mantener el calor que sucede a nivel del hipotálamo (Escobar y col. La fiebre en el niño: una mirada reflexiva a las prácticas de cuidado, Av Enferm. v35n3.54848). No use compresas frías ni aplique alcohol en baños o en compresas puesto que se absorbe por la piel.

Complicaciones de la fiebre

Debemos recordar que la fiebre no es una enfermedad, es una respuesta del organismo a la misma.

En caso de infecciones la fiebre reduce la viabilidad del germen patógeno que la causa, proporciona un ambiente inmunológico que  acelera la reparación de los tejidos, sin embargo el malestar que ocasiona y el miedo a las complicaciones de la fiebre elevada han originado una especie de fiebre-fobia de la que hay que tener cuidado para no sobre emplear los medicamentos antipiréticos.

A temperaturas muy elevadas (>41ºC) suelen verse las convulsiones febriles que son más frecuentes a la edad pediátrica.

Una convulsión es siempre un episodio de aparición brusca, originado por una descarga neuronal excesiva, que provoca alteraciones en los movimientos y en la conciencia. Ciertas condiciones preexistentes pueden en ocasiones aumentar la predisposición a una convulsión: causas metabólicas, hemodinámicas o hereditarias.

La tasa de secuelas neurológicas de una convulsión febril es muy baja, pero pueden aparecer tras crisis muy prolongadas o relacionadas con daño cerebral previo (Gómez Adela, La fiebre en la edad pediátrica, Pautas de actuación. Ámbito Farmacéutico. 27 (1): 53-7, 2008)

Esta información no sustituye la opinión del médico

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